La celebración y homenaje a la Madre Tierra es una antigua tradición de origen incaico.
“Pachamama”, o Madre Tierra, es una diosa femenina de la tierra y la fertilidad, conocida entre los aborígenes como la madre que nutre, protege y sustenta a los seres humanos.
En la tradición de los incas, es la deidad de la agricultura, la protectora de las plantas y las cosechas.
Se trata de la más popular de las creencias mitológicas del ámbito incaico que aún sobrevive con fuerza en las provincias del Noroeste argentino.
De hecho, desde el 2013, por una ley del Congreso de la Nación, cada 1 de agosto Jujuy es Capital Nacional de la Pachamama, en virtud del significado que tiene la celebración en toda la región.
El 1 de agosto se celebra “alimentando” a la tierra, para ello se entierra una olla de barro con comida cocida, junto a hojas de coca, alcohol, vino, cigarros y chicha, la tradicional bebida alcohólica resultante de la fermentación del maíz.
En su alrededor el pozo está adornado con serpentinas y lanas de colores y con pequeños braseros encendidos con preparaciones especiales de incienso, donde se depositan las ofrendas.
También es costumbre que los festejantes usen cordones blancos y negros atados en los tobillos, muñecas y cuello, realizados con lana de llama hilada hacia la izquierda.
Pero todo agosto es el mes de la Pachamama y, por ende, se realizan rituales y ceremonias de agradecimiento.