Preocupa situación laboral de los Correntinos

Cierre del aserradero San Charbel en Corrientes y despido de más de 70 trabajadores.

El mundo corporativo es así, cruel, frío e impersonal, donde los números mandan y las personas no son más que estadísticas en una planilla de Excel donde lo que importa es el resultado.

A diferencia de un aserradero Pyme, donde el dueño trabaja codo a codo con sus empleados y en épocas de “vacas flacas”, como las que se viven por estos tiempos, aguanta todo lo que puede para no tener que despedirlos.

En Misiones y Corrientes, las dos potencias forestales de la Argentina, las diferencias entre las decisiones de las grandes corporaciones y las empresas familiares a veces afloran con toda la fuerza.

Celulosa Argentina, que controla al Grupo Tapebicuá con sede central en Gobernador Virasoro, es uno de esos gigantes de la forestoindustria de nuestro país. Incluso a comienzos de los 80 fue la impulsora y controlante de Alto Paraná, en sociedad con otras papeleras.

Tiene una planta de celulosa en Santa Fe (en Gobernador Bermúdez) y en Gobernador Virasoro controla una planta de fenólicos de las más grandes del país. Celulosa Argentina cotiza sus acciones en la Bolsa porteña y por eso está obligada a publicar sus balances y comunicar sus decisiones a los accionistas minoritarios y/o potenciales inversores en sus papeles.

Como publicó Plan B hace un tiempo, Celulosa Argentina-Tapebicuá decidió cerrar el aserradero de pino de San Charbel, que tiene en la localidad de Garruchos cerca del límite con Misiones, y despedir a todo su personal, porque cayeron las ventas y a futuro no lo ven competitivo con la escala que tiene, dejando sin empleo a unas 70 familias.

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La propuesta de remuneración a los 8 directores (seguramente no será el reparto en partes iguales) a votarse, con seguridad aprobarse, en la asamblea de accionistas el próximo 25 de septiembre en Capitán Bermúdez (como para que algún accionista minoritario, que son molestos a la hora de votar estos paquetes de remuneración, desista de asistir).

Mientras tomaron esa decisión el 31 de mayo, justo el día de cierre del balance anual de la empresa (que cerró su ejercicio Número 95, según informó a la Bolsa porteña), Celulosa Argentina reportó ganancias operativas (antes de impuestos y pago de deuda) por 45.058 millones de pesos, con un incremento respecto de los 36.512 millones que ganó el año anterior (a moneda constante).

Pero lo interesante es que el 25 de septiembre, en Capitán Bermúdez, el directorio de Celulosa Argentina, encabezado por dos de sus dueños, Douglas Albretch y José Urtubey (hermano del ex gobernador de Salta) se repartirán 3.661 millones de pesos en honorarios, según informaron en otra nota a la Bolsa del 30 de agosto pasado.

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El directorio informa a los accionistas que “la sociedad se vio obligada (textual) a desvincular al personal afectado a dicha unidad productiva de pino el 31 de mayo”. Casualmente, los despidos fueron el día de cierre de balance anual de Celulosa.

Lo más llamativo es que quien propone y evalúa el desempeño del directorio, es juez y parte, porque también es uno de los 8 directores beneficiados con estas compensaciones: Diego Tuttolomondo, el gerente financiero y vicepresidente de Celulosa Argentina.

Cabe aclarar aquí que algunos de los directores, como Albretch y Urtubey, que también son accionistas mayoritarios de Celulosa Argentina junto a Diego Collado, otro de los directores que recibirá parte de la compensación, trabajan full time para la compañía y no reciben otro sueldo en esos roles. También hay que decir que son ejecutivos de altísimo nivel y gran formación, algunos inclusive pasaron por Harvard.

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Celulosa Argentina tuvo un año bastante bueno, con ganancias operativas (las que genera el negocio corriente, antes de pagar impuestos y deuda) por 45.058 millones de pesos. Eso si, la devaluación afectó mucho los resultados finales y la ganancia neta fue de apenas 309 millones. Pero no parece un balance malo, teniendo en cuenta la economía del país.

Otro dato: los accionistas Albretch, Urtubey y Collado, también recibirán como cualquier accionista los dividendos que les correspondan por su participación en la empresa.

Toda esta historia sirve para ilustrar qué puede pasar con el cada vez más competitivo mundo forestal si empiezan a entrar los grandes jugadores, como ya pasó con Acon Timber en Gobernador Virasoro.

Las grandes corporaciones -cuyo desembarco ahora está fomentado por el RIGI-, por un lado vienen a invertir y a generar trabajo, pero hay que tener cuidado del impacto que tendrán esos grandes players, con espalda financiera y capacidad para tomar decisiones de este tipo, en un mundillo que hoy luce con grandes diferencias entre los pequeños aserraderos y los grandes.

Lo que hicieron los Albretch y Collado al cerrar el aserradero de San Charbel en Garruchos, con una situación económica y financiera para aguantarlo un tiempo más, con ojos misioneros o correntinos es al menos polémico o cuestionable. Pero lamentablemente, en el mundo frío de la Bolsa y las corporaciones, es lo más normal del mundo.

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