En la provincia de Corrientes, las carreteras son la columna vertebral que conecta comunidades, impulsa la economía y garantiza el acceso a servicios esenciales. Sin embargo, la falta de mantenimiento y el deterioro de las rutas provinciales siguen siendo una odisea para los habitantes locales y los productores. En especial, la ruta hacia la localidad de 9 de Julio, ahora en el centro de atención mediática por la intensa búsqueda del niño Loan Peña, ha puesto en evidencia las malas condiciones de las rutas.
Las rutas nacionales y provinciales carecen de mantenimiento 12, 14,27, 40, 41, 114, 120, 126,145, 36 y 37, 94 arterias vitales que atraviesan la provincia, están en un estado lamentable de abandono. Los baches , crateres, serruchos se han convertido en trampas peligrosas para los conductores, mientras que la falta de mantenimiento general ha dejado a estas vías prácticamente intransitables.
Este problema no solo afecta el día a día de los habitantes de Corrientes, sino que también tiene graves consecuencias para diversos sectores. La producción se ve obstaculizada por las dificultades en el transporte de mercancías, el turismo se desanima al enfrentarse a viajes incómodos y riesgosos, la educación sufre retrasos en la llegada de estudiantes y profesores, la salud se ve comprometida por los obstáculos para acceder a hospitales y centros médicos, y la seguridad enfrenta dificultades en la respuesta rápida ante emergencias.
Una de las principales razones detrás de este panorama desolador es la falta de cumplimiento en la finalización de las obras de pavimentación. Tanto a nivel nacional como provincial, los proyectos viales han quedado estancados, sumiendo a la provincia en un caos logístico que amenaza el progreso y el bienestar de su gente.
Resulta desconcertante observar la pasividad de las autoridades frente a esta crisis. A pesar de los reiterados reclamos de los ciudadanos y productores locales, el gobernador Valdés parece mirar hacia otro lado. Tanto a nivel gubernamental como municipal, la inacción es evidente, lo que deja a los ciudadanos preguntándose qué está pasando. ¿Cómo es posible que con tantas necesidades urgentes, la gestión vial no sea prioridad? Los intendentes, en lugar de alzar la voz en nombre de sus comunidades, parecen resignados a aceptar el estado de las cosas.
A pesar de la falta de liderazgo político, son los propios lugareños quienes están comenzando a organizarse y exigir soluciones. A través de movimientos ciudadanos y protestas pacíficas, están demostrando que la voz del pueblo no puede ser ignorada por mucho tiempo.
Es hora de que las autoridades despierten y asuman su responsabilidad. Corrientes merece rutas seguras y transitables, no solo para facilitar el movimiento de personas y bienes, sino también para garantizar un futuro próspero para todos sus habitantes.