“Carnavales de lujo, escuelas destruidas: el contraste vergonzoso de la gestión Valdés”
Mientras el gobernador Gustavo Valdés destina millones en publicidad, edificios para oficinas de lujo y fiestas gratis que pagamos todos con nuestros impuestos, las escuelas públicas de Corrientes, sobre todo las del interior provincial, se caen a pedazos. Literalmente.
Un árbol cayó hace pocos días y destruyó dos salones de una escuela rural en Tatacuá. La advertencia ya se había hecho: la planta estaba en estado crítico. Pero, como siempre, nadie del gobierno se acercó ni dio respuesta. No hubo heridos por milagro. Lo mismo pasa con el vandalismo y la inseguridad: el Colegio Leloir sufre robos constantes de aires acondicionados y otros equipos. Un jardín de infantes fue saqueado tres veces. Y, aun así, los docentes tienen que seguir enseñando como si nada.
Docentes que sostienen todo, con nada
El sueldo básico no mejora hace años. Los aumentos llegan, sí… pero siempre en pluses, lo que perjudica gravemente a los docentes que tienen más de un cargo y deja afuera a los jubilados. No se blanquea nada. No se avanza. Y mientras la coparticipación que recibe Corrientes bate récords —más de medio billón de pesos entre enero y abril de 2025—, los sueldos siguen siendo una burla.
Enero: $169.316 millones
Febrero: $157.504 millones
Marzo: $142.060 millones
Abril (solo 3 días): $7.764 millones
Total hasta el 4 de abril: más de $501.000 millones
¿Dónde está esa plata? ¿Se ve reflejada en las rutas, en las escuelas, en los salarios? ¿O se sigue derrochando en propaganda para sostener una imagen de gestión que ya no engaña a nadie?
Parajes olvidados y caminos intransitables
En el interior, donde el Estado casi no existe, las condiciones son directamente inhumanas. Escuelas sin agua potable, sin baños instalados, sin elementos de trabajo. Caminos que se convierten en trampas de barro. Docentes que deben hacer kilómetros por zonas rurales para llegar a dar clases, muchas veces poniendo en riesgo su propia seguridad. Y ningún funcionario del gobierno se anima a recorrer esos lugares, ni a escuchar a los maestros que sostienen día a día el derecho a la educación con recursos mínimos.
El miedo al paro y el silencio de los gremios
Muchos docentes comparten el reclamo, pero no pueden adherir al paro. ¿Por qué? Porque el descuento por parar es brutal, arbitrario y fuera de la ley. Porque los gremios no los representan. Porque negocian en silencio, reciben sobres y no denuncian los descuentos ilegales ni se plantan frente a una gestión que castiga al que reclama.
“Estoy 100% de acuerdo con el paro, pero no lo puedo hacer. No llego a fin de mes, y encima me descuentan más de lo que corresponde. Nadie nos defiende”, se lamenta una docente capitalina.