La Escuela de la Familia Agrícola (EFA) Pejú Porá, ubicada en Paso Tala, departamento de Curuzú Cuatiá, vive una situación alarmante desde hace cinco meses. Tras la inundación de febrero, las napas de agua quedaron contaminadas, dejando al edificio sin suministro de agua potable, indispensable para retomar las clases presenciales y alojar a los estudiantes.
A pesar de los reiterados trámites ante la Dirección de Educación Privada y el Ministerio de Educación, las autoridades siguen sin responder sobre las obras necesarias para garantizar agua segura en la escuela. En contraste, el gobierno destina fondos a eventos y fiestas, lo que incrementa la indignación de los padres y docentes, que exigen con urgencia una solución para que sus hijos puedan estudiar.
Los alumnos, muchos de los cuales viven en áreas rurales aisladas, se ven obligados a recibir clases virtuales, dificultando su aprendizaje. La comunidad escolar ya no ve otra salida que hacer pública su situación, denunciando también el impacto de la contaminación en los vecinos del paraje. La falta de acción oficial para resolver esta emergencia educativa y sanitaria genera desazón y una fuerte preocupación entre las familias y la escuela.