Terrenos fiscales: un lucrativo negocio que salió a la luz en Corrientes

Durante la pandemia de COVID-19, cuando las familias correntinas estaban sumidas en la incertidumbre y el dolor por la pérdida de seres queridos, y otras enfermedades como el dengue también afectaban a la población, la corrupción en la Dirección de Catastro seguía su curso. El reciente reconocimiento del gobernador Gustavo Valdés, quien admitió públicamente que hubo corrupción en este organismo, vuelve a poner a la provincia en el centro de la polémica.

El acto de inauguración de la nueva sede del organismo, que debía ser un gesto hacia la transparencia, terminó exponiendo una vez más las fallas de gestión. Valdés reconoció que, en 2022, estalló un escándalo judicial por la compra y venta irregular de terrenos fiscales, muchos de los cuales, ubicados en zonas cercanas a la capital, fueron adquiridos por manos privadas y revalorizados exponencialmente.

La falta de control en Catastro, descrito por el propio gobernador como un “caos de papeles y palomas”, fue el escenario donde se gestaron estas maniobras ilícitas. A pesar de las detenciones iniciales de 12 personas, en su mayoría vinculadas al ámbito político y administrativo, hoy solo una falsa escriba permanece detenida, tras haber estado prófuga por dos años, mientras que el resto de los implicados está en libertad.

La indignación de la ciudadanía crece al ver cómo, incluso en los momentos más críticos de la emergencia sanitaria y económica, la corrupción no se detuvo. El mal manejo del organismo, sumado a la falta de control y sanciones adecuadas, deja en evidencia que, aunque se inauguren nuevos edificios y se hable de modernización, el problema de fondo persiste: la corrupción sigue afectando profundamente a Corrientes.

La confianza de los correntinos en la administración pública se encuentra debilitada. Promesas de modernización no pueden tapar el impacto que la falta de transparencia ha generado en la provincia, dejando una sensación de impunidad y complicidad en los más altos niveles de la gestión. ¿Cómo puede la ciudadanía confiar en un sistema que parece perpetuar el descontrol y la corrupción?

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